Entre la calle y las ideas que faltan
Lejos de menguar, las protestas callejeras contra la motosierra irán incrementándose. En la capacidad de la oposición para canalizar y representar el descontento social se juega buena parte del futuro político de corto plazo.
Por Eduardo Aliverti
Hay quienes reparan en que menguaron los ecos de la movilización por Cristina, como era lógico prever por el paso de los días. Sin embargo, permanece la protesta callejera y ofrece síntomas de que irá incrementándose. Entre ese panorama y cuál dirección política tendrá el arco opositor se juega no toda pero, sí, una buena parte del futuro político de corto plazo.
Otra medida la da el escenario económico, que se divide en, básicamente, dos secciones. Una atiende a la “macro”, con sus signos de estar atada con alambre. La restante, en cambio y si es por los próximos meses, traería buenas noticias electorales para el Gobierno porque se consolida la baja inflacionaria, aun a costa de la depresión salarial e ingresos de bolsillo que la explican.
Acerca de los grandes números económicos que tienen sin cuidado a las mayorías, cabe reparar en las declaraciones del viceministro del área, José Luis Daza, durante una reunión empresarial. Admitió que el déficit en dólares quintuplica al previsto. Alcanzará 2 puntos del PBI, cuando el Fondo Monetario había estimado que apenas llegaría al 0,4. Y su superior dijo enseguida que “eso es lógico y hasta positivo”.
Lo notable es también que el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, haya reconocido que las autoridades “siguen atentamente” ese desequilibrio en las cuentas externas. Lo señaló tras conocerse que el saldo de la balanza de bienes y servicios dio negativo en casi 5200 millones de dólares, para el primer trimestre del año.
No hay ningún misterio. Las exportaciones se estancaron, las importaciones explotan y el turismo -sí, el turismo, aunque pueda parecer insólito en la comprensión o interés de quienes no paran de ajustarse- expone otra parte del deterioro de esas cuentas. En los primeros cinco meses de 2025, 6,7 millones de argentinos viajaron al exterior. Es el valor más alto en 9 años y no tiene precedentes en las estadísticas del Indec.
Por las dudas, o para incrementarlas, nada menos que el propio Francos debió descartar una devaluación. Lo hizo mientras, encima, desde las corporaciones agropecuarias muestran los dientes porque subirán las retenciones a la soja y subproductos. Por ahora lo hacen tímidamente y es probable que así sigan, como corresponde a su carácter pusilánime cuando hay un Gobierno afín a sus compromisos ideológicos. Pero no deja de ser otro indicio del tembladeral.
Hubo dos notas de especialistas temáticos, este viernes, que merecen resaltarse.
Una es la de Federico Kucher, en este diario, que por un lado reseña lo que significa la fuga de divisas. Es tan grande que ya “compensa” los dólares generados por el superávit comercial de Vaca Muerta. En vez de ir a inversiones o a producción, esos dólares que entran por la energía se usan para financiar viajes a Brasil, Miami o Europa.
Como agrega el colega, tales inconsistencias del frente externo despiertan dudas entre los inversores y parecen reflejarse en el precio de los activos bursátiles. Las acciones acumulan bajas importantes en lo que va del año. Algunas empresas ya registran pérdidas del 30 por ciento, medidas en dólares.
El otro artículo es de Luciana Glezer, en La Política Online, y da cuenta de que Luis Caputo persigue minuto a minuto la mesa del Banco Central, para intervenir al dólar. Se ocupa personalmente y no es para menos. Crece la deuda, bajan las reservas y Toto tiene la instrucción presidencial de planchar el dólar hasta las elecciones. Un “plan platita”, pero desde Hood Robin. El pequeño detalle es que la misión del FMI, recién retornada a Washington para chequear la marcha del programa, le exige a Toto que lo deje flotar de manera libre.
“El Fondo viene monitoreando con preocupación cómo el último desembolso, de unos 12 mil millones de dólares, terminó alimentando una salida de divisas por turismo y gastos suntuarios”. La fuente consultada por Glezer advierte que si Caputo dejara de intervenir en “futuros” el dólar se iría a la franja de los 1700 pesos y que, acaso por eso, Toto hace exactamente lo contrario de lo que el FMI le pide.
Desde ya, las mieles del éxito anti-inflacionario obturan que se preste una mirada mayor a la bomba de ese cuadro externo. Al fin y al cabo, sostienen ortodoxos y heterodoxos casi con unanimidad, lo que importa es que el Fondo proveyó su apoyo político a contramano de toda recomendación técnico-sensata. Son un instrumento de dominación geo-política, no un organismo de asistencia financiera. Lo hicieron con Macri, vuelven a hacerlo con Milei y, en síntesis, mientras la música siga sonando ellos bailarán a su compás. Cuando el esquema vuelva a estallar, habrán de reacomodarse.
A efectos de esa fórmula perversa, interviene con idéntica fuerza la parálisis propositiva del conjunto opositor. Y en este aspecto, valdría asimilar que el grueso más grande de la población no dispone de otros recursos que no sean confiar o resignarse al presente perpetuo.
En el tipeo y en las exclamaciones de redes, foros, publicaciones y dichos diversos, es fácil encontrar la cuadratura del círculo y depositar respuestas en la inconsciencia popular, de clase, de los sectores medios. No decimos que sean reacciones injustificadas. Al contrario. Tal lo expresado por Luis Bruschtein, a pesar de todo mucha gente está dispuesta a votar por el que los destruye. Hay un problema económico grave, pero más grave aún es una sociedad dispuesta a aventuras desquiciadas.
Empero, en el marco general, ¿quiénes están invitando a confiar en otra cosa, concreta, ajena a esa letanía de que todo tiempo pasado fue mejor?
No es lucha lo que falta, en tanto hablemos de las minorías intensas que, sobre todo, se expresan en el ámbito porteño. Como Gustavo Veiga lo definió también aquí, Buenos Aires es La Meca mundial de las manifestaciones.
Con escasa activación previa, por ejemplo, la marcha de antorchas del Frente Universitario, el jueves pasado, a las puertas del Ministerio de Educación, fue emocionante y cuantitativamente apreciable.
Otro tanto significó el abrazo al Hospital de Clínicas, ya sin presupuesto por decisión directa de Casa Rosada. Uno de sus jefes, Luis Sarotto, quien trabaja allí hace 37 años como cirujano, investigador y profesor titular de doctorado, relató conmovido que jamás vivió algo semejante, con faltantes de insumos para operaciones e intervenciones oncológicas que deben ser retrasadas. “La orden es que no atiendan sin obra social porque el hospital no tiene plata y porque no hay nadie a quien recurrir. Nadie. Esto nunca pasó”. Y entonces ocurrió ese abrazo simbólico que no tuvo cobertura mediática significativa, ni siquiera en los medios “del palo” que sí estuvieron en virtual cadena por los bienes inmobiliarios de Beatriz Sarlo o el atrincheramiento de Wanda Nara.
Es así que son unos cuantos quienes debieran hacerse una pasada introspectiva por cómo registran lo que ocurre en los fondos de la dinámica y sufrimientos sociales. Igual introspección que la requerida para resolver la oferta electoral del peronismo, panperonismo, progresismo o como quiera llamársele al espacio capaz de disputarle terreno, algún terreno, a las ínfulas libertaristas.
No pinta que vaya a ser estimulante la resolución de los condicionamientos sobre la cárcel domiciliaria de Cristina. El padecimiento que ella sufre, gracias a una causa repugnante, no debería ser el motor exclusivo de la unión o unidad opositora. Es un piso a incluir, por supuesto. No un techo de propuesta alternativa, que es a lo que una dirigencia vocera de la bronca parece apuntar.
Es indignante el coro mediático que se alarma por el reclamo de presuntos privilegios, a la par de ignorar los que gozan represores, genocidas, secuestradores de bebés. Reclaman contra el balcón los que no muestran recelo alguno frente al quincho y la pileta de que goza Astiz, junto con monstruos de naturaleza similar.
Pero eso no puede, no debe, ser el eje exclusivo de convocatoria. Emocionalmente es comprensible, acompañable, estremecedor. Y puesto en primera persona, acá estamos. Sólo alegamos que constructivamente no alcanza.
Tampoco se sabe si alcanzaría, en lo electivo, con impulsar ciertas ideas-fuerza. No como condición suficiente, pero sí imprescindible: algunas que tracen, con convicción, por qué habría que animarse a un camino contrario a éste.
Es seguro que no basta con denunciar la motosierra contra los más débiles, ni el destino inevitable de un modelo bruto y brutal. Igual de seguro que la necesidad de ofrecer imágenes superadoras.
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